En el parque periurbano de Santa Catalina están terminando de montar un gran puente de madera que comunicará el parque con el camino que hay para darle la vuelta al Monte Hacho. Han tenido la gran idea de plantar un buen número de pinos cerca del comienzo del puente. No han debido de pensar que con los pinos viene la tan temida oruga procesionaria que es mortal para perros y bastante mala también para personas.
En el Parque de San Amaro, que hay bastantes pinos, ya han dado más de un susto. El año pasado estuvo a punto de morir un perro que olió una de estas orugas. Muchos usuarios del parque que van pasear con sus mascotas cuando llega la temporada de la procesionaria tienen que dejar de hacerlo.
Estaría bien que esos pinos que han plantado en las inmediaciones del puente los trasplantasen al monte donde ya haya pinos, pero no en un parque público donde se supone que van niños y mayores que también llevan sus perros a pasear.
